Lilium I... "siempre amor"

Los lilium son una de las especies florales más aristocráticas y vistosas. Un jarrón
con estas flores siempre queda elegante, distinguido y alegran cualquier rincón donde
lo ubiques.




 Lo más destacable


• Los lilium son contemporáneos de los dinosaurios y apenas han evolucionado.

• En China era llamado “siempre amor” debido a su belleza, que se creía eterna.

 

Más Información

Los lilium son flores de tallo más largo y esbelto que sus primas hermanas las
azucenas, aunque todas estas especies pertenecen a la misma familia, las
liliáceas, que comprende más o menos 80 variedades diferentes a las que
suele denominarse de la misma manera aunque hay notables diferencias entre
unas especies y otras.

En Europa, los poderes anti tóxicos, la capacidad de estas flores de ayudar a superar
la depresión y las propiedades curativas hicieron del lilium un aliado muy eficaz de
médicos y físicos, incluso hasta bien entrado el siglo XIX.

Lilium II... una flor de lujo...

De la familia de las Azucenas, flor de larga duración y muy perfumadas. Representa el lujo y la belleza.

El lilium era la flor sagrada para los asirios y fue cultivada con primor en los jardines de Babilonia.

En Europa era utilizada para ayudar a superar la depresión y otras dolencias del espíritu.

El lenguaje de las flores

Una rosa rosada...
                                                           en diferentes presentaciones.

Todas las flores cuentan con un lenguaje propio, y con cada una de ellas podemos transmitir un mensaje diferente. Desde la antigüedad, las flores han sido una vía para dar a conocer y transmitir sentimientos de muchas clases. El lenguaje de las flores tiene sus orígenes en Oriente y se ha transmitido de generación en generación y de cultura en cultura, pasando por el Antiguo Egipto, la Edad Media, el Renacimiento, etc hasta llegar al Romanticismo, época en la que tuvo su máximo apogeo.

En el Romanticismo, este recurso de “hacer hablar a las flores” era un secreto que las madres legaban a sus hijas, para, a través de él, comunicar numerosos sentimientos: vida, belleza, desánimo, muerte, soledad... pero sobre todo amor.

Pero no sólo es importante la flor en sí, sino que, también debemos tener en cuenta el cómo se presenta ese obsequio.